Todos tenemos definiciones de felicidad diferentes, pero científicamente esta es vista de la siguiente manera: la suma de qué tan satisfecho está con su vida y qué tan bien se siente haciendo las actividades de su día a día.
Aproximadamente el 40% de su felicidad está controlada por sus pensamientos, acciones y comportamientos, el 10% está determinada por circunstancias y el 50% está genéticamente determinada.
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Aunque el último porcentaje evidencia algo estático e indeterminante, un aspecto alentador es saber que la felicidad realmente hace referencia a una habilidad que se puede ir construyendo con constante práctica, usted mismo tiene el control sobre qué tan recargada y flexible es o quiere que sea su vida.
Para aquel que piensa que la felicidad se trata de qué tanto dinero se pueda tener o que piensa en ella como un destino final, sin el ánimo de decepcionarlo, eso no tiene absolutamente nada que ver.
¿Quiere saber si entra en el grupo de las personas que son felices?… Es feliz en su trabajo? ¿Tiene buenas relaciones con las personas a su alrededor? ¿Ayuda de forma voluntaria a otros? ¿Es creativo a la hora de resolver problemas? Esta es una persona feliz.
Mantener esa felicidad depende de qué tanto nutre su círculo social, de si tiene nuevas y excitantes experiencias, si ayuda a otros y por lo tanto siente la satisfacción de haberlo hecho y si es agradecido por lo que tiene.
Pero a la vez destruir o matar esa felicidad, consta de tres sencillos pasos que de seguro van a acabar con sus expectativas acerca de la felicidad estos son: competir con otros, falta de relaciones cercanas y guardar resentimientos.
Paradójicamente afrontar adversidades y superarlas hace a la gente mucho más feliz o por lo menos a comparación de aquellos que nunca las han afrontado y tienen una vida monótona.
Hallarle un sentido a la vida y un propósito por el cual vivir y luchar, aporta felicidad. Y aquello que le permite hacer esa búsqueda de significados, puede ser encontrada en aspectos como una carrera ideal, el ámbito espiritual y religioso, formar hijos y proponerse metas. Invertir entre 6 y 7 horas con amigos y familia traduce 12 veces mayor posibilidad de ser feliz y no una persona estresada. Las personas que trabajan tiempo completo, entre 8 y 9 horas, reportan momentos de felicidad en especial los fines de semana que pueden compartir con sus seres queridos, de lo contrario su vida se convierte en un ciclo monótono e inaguantable.
De hecho, invertir tiempo en usted mismo, meditar y descubrir como también controlar todo aquello que siente, es un factor determinante y sorpresivamente, bien sea en el ámbito laboral, social, familiar, educativo, etc es el factor más crucial.Por otra parte, la ayuda o el apoyo de las personas a su alrededor tanto en buenos como en desagradables momentos, es lo que más aporta al estado de su felicidad, sentir a alguien cerca que lo escuche, entienda y aconseje es un plus significativo, incluso aplicable a nivel laboral. Cuando la relación entre empleados y jefes se basa en la comunicación y el entendimiento, esto deviene confianza y retención, es decir, felicidad.
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